miércoles, 20 de marzo de 2013

"Time is money"


Llevo semanas sin escribir nada, no por falta de inspiración, sino por falta de tiempo. Entonces he pensado, ¿quién no ha dicho alguna vez “no tengo tiempo”?.  Así que he decidido que, en lugar de escribir sobre alguno de los sucesos que han tenido lugar en estos días, dedicaré esta entrada a dos conceptos que guardan una estrecha relación y que condicionan nuestro ritmo de vida notablemente: TIEMPO & TRABAJO.



Las personas trabajamos para ganar todo el dinero que podamos, cuanto más tiempo trabajemos, más dinero ganamos, así acabamos invirtiendo todo nuestro tiempo en la producción y no disponemos de tiempo para disfrutar de los beneficios de la misma. ¿De qué sirve tener mucho dinero si no se puede disfrutar? Es un sinsentido, pues quizá alcanzásemos más fácilmente la felicidad si trabajásemos menos, cobrásemos menos, pero tuviésemos más tiempo para disfrutar el dinero.

Sin embargo, nos empeñamos en ocupar todo nuestro tiempo. Cuanto más ocupados estemos, mayor será concebido nuestro estatus social. Pero, ¿y nuestra vida social? Paradójicamente, una elevada posición social derivada de una dedicación plena al trabajo nos deja sin tiempo para poder vivir como seres sociales, y nos reduce a seres laborales. ¿No debería, pues, traducirse esa ocupación a un elevado estatus laboral y un bajo estatus social?
Los avances tecnológicos se concebían como algo que nos permitiría trabajar menos, pues simplificarían las tareas del trabajador y reducirían su carga laboral. Nada más alejado de la realidad. Si bien es cierto que facilitan el trabajo y lo agilizan, el tiempo que nos dejan libre lo pasamos trabajando en otra tarea. No nos permiten trabajar menos, sino trabajar más rápido y así trabajar más.
No nos engañemos, nos encanta estar ocupados. Tener tiempo libre es sinónimo de ser un vago. Cuanto menos tiempo libre, más digna y capaz será la persona. Y todo a nuestro alrededor se adapta para que podamos ser dignos, para no perder ni un segundo, pues debemos invertir ese segundo en el trabajo. Por ejemplo, cuando pensamos en Nueva York, ciudad de los negocios por excelencia, nos vendrán a la cabeza dos imágenes: trabajadores corriendo de una oficina a otra, y establecimientos de comida rápida. Todo gira en torno a una premisa básica: “no pierdas el tiempo”.
A mi parecer, el dinero está para vivir bien. Si nos obcecamos en trabajar más para conseguir más dinero, no podremos destinar este último en una mejora de nuestra vida, pues no nos quedará tiempo para ello.



Hace poco compré un libro, en cuya portada pude leer una frase que me cautivó: “El tiempo es tuyo: cambiar el reloj por la brújula para tener el norte claro”. No podría expresarse mejor la idea que me ronda la cabeza tras leer las paradojas. Hemos perdido el destino y nos quedamos en el camino. El destino es la felicidad, el vivir bien. El camino es el dinero, necesario (en su justa medida) para poder llegar a la felicidad. ¿Cómo nos va a ser posible alcanzar la meta si sólo fijamos nuestra vista en el camino que recorren nuestros pies?

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