miércoles, 20 de marzo de 2013

Indignada.



Sí, muy indignada. No soy una indignada del #15M, ni una indignada por el resultado de las elecciones.
Soy una ciudadana de segunda muy indignada.
Me duele teclear “ciudadana de segunda” para referirme a mí misma, pero más me duele que sea esa la realidad.
Debo darle las gracias a nuestra queridísima ley D’hont, y más aún a las dichosascircunscripciones.
Ese sistema tan representativo y justo que hace que el voto de un ciudadano valga considerablemente menos que otro.
Sistema que favorece el bipartidismo y que partidos independentistas (ojo, que no tengo nada en contra de estos últimos) obtengan escaños con muchísima más facilidad que otros partidos.
¿Esto es una democracia de calidad? Es una “democracia” en la que existen ciudadanos de primera, y segundones como yo.
Lo peor es que la batalla contra esta realidad está perdida. Nuestro congreso bipartidista jamás se pillaría los dedos para cambiarla, para ellos lo importante es ganar, pero la igualdad de los ciudadanos les resbala.
¿Qué nos queda? Aceptar como borregos nuestra “inferioridad” , la cual considero anticonstitucional por completo, y un importante lastre hacia la consecución de una democracia en condiciones.

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