miércoles, 20 de marzo de 2013

Por amor al Arte

"En la música todos los sentimientos vuelven a su estado puro
y el mundo no es sino música hecha realidad"
Arthur Schopenhauer


En mi actual trabajo, me pongo en contacto con padres de preuniversitarios para darles a conocer mi querida universidad. La gran mayoría muestra interés, otros no tanto. La razón por la que no desean información suele ser porque sus hijos ya han escogido otra carrera. Pero esta entrada va dedicada a un caso muy especial: esos chicos que no desean ir a la universidad “por amor al arte”.
Me refiero a esos jóvenes que, movidos por una pasión infinita al arte (música, baile, pintura…), deciden no estudiar en una universidad para dedicarse por completo a desarrollar su talento.
Realmente, me entristece escuchar el tono desolado de esos padres que me confiesan que su hijo no desea estudiar porque prefiere seguir tocando el violín o bailando. ¿Por qué no sienten orgullo?
Todos los padres desean que sus hijos sean felices, y piensan que eso sólo se consigue estudiando una carrera, consiguiendo un buen trabajo, fundando una familia, etc. ¿Y por qué no replanteamos ese concepto de felicidad?
Felicidad es encontrar ese lugar en el mundo en que no te haga falta nada más. Despertar cada día sabiendo que vas a hacer lo que más te gusta. Y aunque un día lleguemos a casa destrozados, saber que esa sensación es fruto del esfuerzo por nuestra pasión.
A pesar de que yo esté enamorada de la economía, no conozco a muchas personas a las que su carrera les emocione cada día. No es muy común que una ingeniería, un código penal o un auto-cad ponga los pelos de punta. Pero sí lo es sonreír al escuchar una canción, quedarse con la boca abierta al ver a alguien bailar o pasar horas embelesado con los colores de un lienzo.
Eso es un artista. Alguien que se esfuerza toda su vida para conseguir crear sentimientos en el resto de las personas. ¿Cómo se puede no estar orgulloso de eso?
Quisiera acabar con dos mensajes. El primero es para los padres: admiren a sus hijos y apóyenlos, porque sin estima no se puede sacar lo mejor de uno mismo. El segundo, para los chicos: no renuncies a vuestra voluntad sólo para encajar en el saco de lo convencional, tomad vuestro valor en una mano y vuestro talento en la otra y seguid creando sentimientos para el resto del mundo.


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