Grecia, España y, ahora, Chipre. La crisis del euro parece estar creando
un efecto dominó, sin saber aún si la última pieza en caer será la moneda común
o la idea de unión supranacional. Lo que muchos si parecen creer es que parte
de la culpa de esta situación la tiene Alemania. En esta entrada no voy a
aburrir con datos económicos que apoyen o ataquen esa opinión. Simplemente voy
a hablar de Alemania.
Llegué ayer de pasar unos días en dicho país, para visitar a amigas
alemanas que conocí hace unos meses. Estaba bastante intrigada por conocer esa
tierra que ocupa columnas en los periódicos españoles casi a diario, y estaba
absolutamente decidida a abrir la mente y comprender realmente al alemán de a
pié. La política alemana se puede leer en la prensa, la historia en los libros.
A mí me interesaba la idiosincrasia de la región, y eso se descubre dialogando
con el pueblo alemán. La mejor manera que encuentro para comunicarlo es
reproducir una conversación que tuve con Laura, una amiga alemana, a las tantas
de la mañana:
-
¿Qué se siente siendo alemana?
“Bueno, en realidad ese tema es un
arma de doble filo. Por un lado, por supuesto que me siento orgullosa de dónde
vengo. Éste es mi hogar y es la tierra donde he crecido. Eso condiciona mucho
la forma de ser y de ver las cosas.
Pero por otro lado, los alemanes
siempre hemos tomado el papel de malo de la película en la historia
contemporánea. Sobre todo a raíz de la IIGM, se generalizaba y se tenía por
nazis a todos los alemanes. Aún hoy en día, 70 años después, se nos sigue
etiquetando así. No puedes imaginarte la impotencia que nos produce eso. Yo ni
siquiera había nacido, mi familia no vivía en Alemania aún; pero aún así existe
como presión invisible que nos empuja a sentirnos culpables de lo ocurrido. Te
puedo asegurar que soy la primera que piensa que lo que ocurrió fue un
verdadero horror sin sentido alguno.
A veces es muy frustrante. Sólo
podemos sacar la bandera alemana con orgullo cuando juega la selección. Si no
se nos mira como neonazis o algo por el estilo…”
-
¿Cómo crees que te ha influenciado
ser alemana en tu forma de ser?
“Aunque se diga que los alemanes
somos muy serios y fríos, yo no utilizaría esas palabras para describir a un
alemán típico. Más bien, diría que somos personas con la mente siempre puesta
en el futuro. Medimos cada uno de los pasos que damos, y sus consecuencias. Nos
gusta ir con pies de plomo, porque es mucho más fácil cambiar los planes que
enmendar un error. Nos esforzamos en
perseguir lo que queremos, para poder mirar un día atrás y estar orgullosos de
nosotros mismos.”
-
¿Y cómo se vive la política en
Alemania?
“Jajaja. Supongo que para
explicarte esto lo mejor es poner como ejemplo a Angela Merkel. No se puede
decir que sea una mujer muy querida en Alemania. A ningún país le gustan los
recortes. Y por supuesto, cada alemán tiene una ideología política distinta,
como en cualquier otro lugar del planeta. Pero, como ya he dicho, los alemanes
siempre miramos al futuro. Aunque no nos guste la canciller, hemos de
reconocerle que, desde un punto de vista económico sobre todo, le ha hecho
mucho bien a Alemania. Sí, ha reducido presupuestos y ha elevado las tasas. Sin
embargo, solemos decir que “el mundo no
es algo que heredamos de nuestros padres, sino algo que tomamos prestado de
nuestros hijos”. Viéndolo desde esa perspectiva, entendemos que debemos
hacer sacrificios en el presente para que nuestros hijos vivan mejor que
nosotros en el futuro.”
No quiero alargar mucho más, pero que es suficiente para entender un poco
mejor a Alemania, lejos de la prensa económica. Animo a todos los curiosos a
que vayan allí y se mezclen con la gente. Desde luego es un país que no deja
indiferente.
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