miércoles, 20 de marzo de 2013

14N a 3.000km



Se suele decir eso de que los problemas se ven con mayor claridad desde fuera. Totalmente cierto.
Llevo viviendo ya dos meses en Varsovia, la capital polaca, como estudiante Erasmus. Paso los días rodeada de gente de todo el Globo, curioseando sobre la forma de vida en otros países, y mostrando orgullosa lo maravillosa que es España. Es ahora, a 3.000km de distancia, cuando más española me siento. Una parte de mi mente (y mi corazón entero) siguen en la península.
Cada mañana leo la prensa para seguir con detalle lo que ocurre en mi tierra. Ajustes, críticas, réplicas, manifestaciones… Lo mismo desde hace ya demasiados meses. ¿Cuándo vamos a tocar fondo?
Desde mi punto de vista, hoy lo hemos hecho. Lleva mucho tiempo sin ser agradable leer noticias sobre España, pero el 14N ha conseguido que me lleve las manos a la cabeza al ver lo que ha acontecido… o más bien a la cara para no verlo.
La huelga es un derecho fundamental recogido en la Constitución, de titularidad individual. Es decir, siempre y cuando una huelga sea convocada, cada trabajador puede escoger libremente si ejerce ese derecho o no. Respetaré siempre este derecho, porque es una herramienta de la que el pueblo siempre dispondrá para poder expresarse.
No pasaré a discutir los motivos por los cuales se ha intentado paralizar la industria nacional, ni si una huelga es la solución adecuada. Al no ser jurista ni politóloga, no puedo hablar con el suficiente conocimiento de la causa. Pero permítanme hablar como una española que echa de menos su tierra y que sigue sufriendo por la situación.
Como ciudadana estoy convencida de que esta huelga no es solución, sino más bien un agravante del problema. ¿Contra quién se supone que se manifiesta la gente? Contra la mala gestión del gobierno, o así rezaban los sindicatos en las convocatorias. Pero… ¿contra quién han acabado yendo los insultos y las vejaciones? Contra los propios trabajadores.
Desde fuera se ve el problema con mucha más gravedad. Personas tratando de imponer la libertad de ejercer el derecho de huelga. Sí, suena fatal y parece hasta mal escrito. De hecho no tiene sentido alguno. Pero eso es lo que ha pasado en el día de hoy. Si no estás conmigo, estás contra mí. Radical, triste y obsoleto por completo.
Lo que más me ha sobrecogido es el hecho de que un gran porcentaje de los manifestantes era gente joven. Siempre he defendido que los jóvenes son el futuro de cualquier país. ¿Qué futuro espera si el arma que han utilizado esos jóvenes piquetes contra los “esquiroles” han sido ataques verbales y vejaciones?
¿A dónde estamos yendo? ¿Se solucionará el problema a base de luchar los unos contra los otros? Hemos perdido el norte.
Echo de menos España más que nunca, pero también más que nunca, me faltan fuerzas. Ya no son solo los bancos ni la clase política, sino además ahora estos acontecimientos sociales hacen que pierda mi confianza en un futuro cercano mejor.
Cuando preparamos un torneo de debate sabemos que cada postura debe ir acompañada al final de una alternativa que siembre la esperanza. Pues lamento si os defraudo pero hoy no soy capaz, ni de ver la alternativa ni de sembrar esperanza.

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