miércoles, 20 de marzo de 2013

La "fe" de la JMJ



Ya son varios días en los que los telediarios sólo hablan de un acontecimiento: "Jornada Mundial de la Juventud 2011". Nuestras televisiones se ven inundadas de imágenes de Benedicto XVI y sus palabras reflexivas. Vemos a los feligreses llorar de emoción al ver a S.S. el Papa, haciendo de tripas corazón ante el calor, con tal de poder rezar las oraciones todos juntos. Miles de jóvenes orgullosos de “su” fe.
JMJ 2011 es un movimiento de la Iglesia Católica, con el que han conseguido movilizar a dos millones de personas de todo el mundo hasta la capital española, con tal de orar junto al Santo Pontífice y fortalecer la fe católica.
50 millones de euros. Ese ha sido el gasto de dicho evento. Sin contar con el dinero que habrán gastado los asistentes en concepto de transporte, que serán varios millones más. Ese es el precio que la Iglesia estimó que costaría hacer llegar la fe católica a todo el mundo y fortalecerse en ella.
«Arraigados y edificados en Cristo, firmes en la fe» (cfr. Col 2,7)
Ésa es la temática que la Iglesia escogió para la JMJ de este año.
Perdonen que me sincere, pero yo, como persona, cuando enciendo el televisor para ver el telediario, me indigno de la hipocresía que retransmiten.
¿Cómo pueden vender esas imágenes como algo bendito y religioso? ¿Qué religión es esa?
La religión cristiana es aquella que sigue a Cristo, hijo de Dios, y su ejemplo como mesías. Un hombre pobre, que recorría las tierras con unas viejas sandalias, predicando la palabra de su Padre. Un hombre cuyo código de conducta se regía por la ayuda al desamparado.
Les propongo un reto: encuentren una sola coincidencia entre lo que predicó Jesucristo y lo que la JMJ ha conseguido. Exacto. No la hay.
Lo que se ha visto en Madrid estos días, más que un acto religioso, parecía un concierto de algún cantante de moda.
Me da verdadera pena que se utilice la fe de la Iglesia como pretexto para armar este espectáculo.
¿Adivinan qué beneficio ha dado la JMJ? No es nada espiritual ni relacionado con Cristo. Desgraciadamente, escuchando las palabras de Yago de la Cierva, director ejecutivo de la JMJ, el cual afirmaba que “es la oportunidad de Madrid para demostrar que es una ciudad en la que se puede acoger a mucha gente, en la que se pueden hacer grandes cosas”, lo único que saco en claro es que ha sido una bonita estrategia económica para solventar levemente la crisis de nuestro país.
Si el Papa es la representación de Dios en la Tierra, ¿por qué no se va Somalia a ayudar el prójimo en vez de convocar a la juventud en un país desarrollado?, ¿por qué no sigue las palabras de su representado y predica la verdadera fe de la religión cristiana?.
Me indigna mucho encender la tele y tener que pasar 25 minutos viendo al club de fans del Papa saludándolo a gritos, y que después de toda esa parafernalia resuman en a penas 30 segundos la situación en la que se encuentran los civiles de los países en guerra. ¿Por qué no está Benedicto allí?
¿Es acaso esta Iglesia un simple club de fans? ¿Un grupo de personas que se llaman unos a otros hermanos, pero que dan la espalda a la realidad del mundo?
Sí, me indigno. No se equivoquen, no apoyo lo que han hecho los laicos con ese grupo de jóvenes, pues me parece un ataque injustificado y bochornoso. Jamás expresaría mi opinión de un modo agresivo como se ha visto en los noticiarios.
Eso sí, si pudiese, les pagaría a todos los asistentes un billete de avión a sitios como África, India, y otros lugares sumidos en la pobreza. Allí es donde se ve la necesidad de la hermandad que proclamó Cristo; allí es donde la ayuda al prójimo pasa de la palabra a la acción; allí es donde se “arraigarían y edificarían en Cristo, reafirmando su fe”.
Terminaré con unas palabras de San Agustín: “Si quieres ser grande, comienza por ser pequeño; si quieres construir un edificio que llegue hasta el cielo, piensa primero en poner el fundamento de la humildad”. Si quieren llegar a ser grandes cristianos y seguir los pasos de la verdadera fe cristiana, déjense de caros eventos y manifestaciones multitudinarias. Sean humildes y dedíquense al prójimo, a la ayuda, y al amor.

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