miércoles, 3 de abril de 2013

Esparsovia o Varsopaña



Estando tan lejos de casa mi cabeza dice: Ayy…
Mi chico. El sol. El calor. Mercadona. Los bares de tapas. El flamencorro y el reggaetón. El ron. Mi sofá. Mi cuarto. Mis primores del debate. El debate. Las charlas en la biblioteca. Las tertulias de café. Cotillear conversaciones por la calle. Mi coche. Los naranjos y el azahar. La feria. Las cruces. Los patios. El agua del grifo. El cine. Mis sobrinas. Mi perro. Colocar la compra con mi padre. Ver series con mi madre. La comida de los domingos en familia. La colonia de Nenuco. Jamón, lomo y demás ibéricos. Queso del que pica. La Cruzcampo. Los viernes y el beso de las 20:00. La casa en el campo. Siestas de brasero y serie. Comer viendo el telediario. Los paseos por la Asomadilla. Los peroles piscineros.
¡Ayy, España de mi vida!


En unos meses, cuando esté allí: Ayy…
La nieve. Tiritar en la parada del tranvía. Perder el metro. Jakdojade. Biedronka. Mi cama. El vodka. Los pierogis. La cerveza de medio litro. Los lunes en U Szwjeka. Los miércoles en Park. Pole Mokotowskie. I follow rivers. Ryanair. Wizzair. Los trenes de Harry Potter. Comparar costumbres internacionales. Skype con mis padres. Los paseos del edificio G al C mientras la nieve arruina mi maquillaje. Volverme loca con las convalidaciones. Hablar con los polacos por señas. Decir Dzien Dobry a los vecinos. Los patos en el parque. No llevar guantes si estamos a más de 0ºC. Ponerme las Timberland todos los días. Hacer los conjuntos para salir en función de los zapatos que el tiempo dicte. El Zloty. Los policías escondidos tras los arbustos para multar a los que cruzan en rojo. La cara de póker de los guiris cuando te presentas con dos besos. Las pizzas del Dominium. Los milk bar. El Costa Coffee de Stare Miasto. Volver a casa con el bolso lleno de folletos de Zapiecek. Ir a la farmacia con un “do you speak English?” por delante. Enseñarle a los guiris el vocabulario español esencial (“de lujo”, “ola k ase”). Los puestos de flores. El hombre que vende cordones en Ratusz Arsenal. Capitol.
¡Ayy, Varsovia de mi vida!



Vaya dónde vaya, ante todo seré española. Pero Varsovia... Varsovia se ha ganado a pulso un enorme hueco dentro de mí.

2 comentarios:

  1. Sin duda y muy evidentemente, la ciudad (y el país) han tenido que dejarte una huella imborrable. Volverás?
    P.S. Te quiero!

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  2. Volveremos, sí. Una escapadita alguna vez. Pero sin nieve! :)

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